Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1565
Legislatura: 1894-1895 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 12 de noviembre de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 1, 7-8, 9
Tema: Presentación del nuevo proyecto de Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Voy, en breves palabras, Sres. Diputados, a cumplir el que considero primer deber una vez constituido el Congreso: el de presentar al mismo el Ministerio tal cual ha quedado constituido después de la última crisis.

Ya sabéis, Sres. Diputados, la suerte que tuvieron en el Senado los tratados de comercio presentados a su deliberación, y sabéis también que, a consecuencia de esto, el Ministro de Estado del Gabinete anterior declaró su suerte unida a la suerte de los tratados. Después, habiendo mediado explicaciones y una nota del Gobierno alemán en que establecía un plazo dentro del cual sostenía las relaciones comerciales con España, pero fuera del cual declaraba roto todo compromiso para esas relaciones, fijando ese plazo en el que había de durar aquella legislatura, o, mejor dicho, la reunión de aquellas Cortes, porque el Gobierno alemán entendía que el tratado debía quedar aprobado antes de que las Cortes se separaran, el entonces Ministro de Estado creyó que debía continuar hasta que ese plazo llegase. Llegó ese plazo, y en atención a las reclamaciones que el Gobierno tenía de los perjuicios que experimentaban los exportadores, tanto peninsulares como de nuestras islas, por la ruptura de relaciones con el Imperio alemán, todavía tuvo aquel Ministro de Estado, y tuve yo, la esperanza de que pudieran reanudarse las relaciones comerciales.

Pero esa esperanza se desvaneció al poco tiempo; el imperio alemán declaró que, no habiéndose aprobado su tratado de comercio después de lo que él hizo para que se aprobara el de España, daba por rotas las relaciones mercantiles. Entonces el Sr. Ministro de Estado declaró que todavía si el tratado se hubiera discutido, si en él se hubieran examinado las tarifas, las concesiones de una y de otra parte, y si en consecuencia de todo se hubiera desaprobado, hubiera abandonado el Gobierno; es más: el Presidente del Consejo de Ministros entendía que entonces debía abandonar el Poder el mismo Gobierno. Pero la cuestión no venía planteada en ese terreno; el tratado con Alemania no se discutió más que en los puntos generales y en la manera como se había hecho la negociación, pero no vino al Parlamento porque no hubo medio de que la Comisión diera dictamen; y entonces el Sr. Ministro de Estado, como el ataque era por el modo como se había hecho la negociación, por el enlace que en esa negociación se había establecido entre el tratado de Alemania y los demás tratados, y como además por el giro de la discusión resultaba que el Ministro de Estado era el objeto del debate, creyó que debía separarse del Gobierno.

No era yo de esa opinión, ciertamente; porque, si el tratado de Alemania hubiera sido desaprobado, habría podido fracasar la política del Ministro de Estado, y aun quizá la política del Gobierno. Pero, ¡por la obstrucción de una minoría salir un Ministro del Ministerio, salir un Gobierno! Eso no puede ser. Sería sentar un precedente fatal, y poner a los Ministros y a los Gobiernos siempre a disposición de las minorías, y yo me oponía a que el entonces Ministro de Estado dejara su puesto. Mas como la cuestión de los tratados estaba completamente paralizada, como no se adelantaba un paso, como había que dar una contestación a aquellas Naciones con las cuales el Gobierno de la Nación española había tratado, era necesario buscar un expediente. Seguir con el sistema de los tratados era de todo punto inútil, porque [7] hay un partido que cree que es lícito hacer obstrucción a un proyecto de ley que establece relaciones comerciales con otros países, e íbamos a tener en esta segunda legislatura los mismos inconvenientes que tuvimos en la primera.

Hubo, pues, de pensar el partido liberal, si convenía, para salir de este conflicto, cambiar de sistema, o al menos cambiar de procedimiento; invertir, digámoslo así, los términos, estableciendo un sistema que, con más o menos propiedad, se ha dado en llamar autónomo, y que consiste en modificar la segunda columna del arancel actual, tomando como base las ventajas otorgadas en los tratados que están ya aprobados por las Cortes y sancionados por la Corona, y otras ventajas que, sin daño para la producción nacional, pudieran servir para demandar las que nosotros necesitamos.

Pues bien; este sistema que el mismo Ministro de Estado del Gabinete anterior proponía como la única, como la mejor solución del conflicto creado por la actitud en que se había colocado la mayoría de la Comisión del Senado, creía el Sr. Ministro de Estado que él no podía en manera alguna realizarlo.

Yo hice todo lo posible a fin de que el Sr. Moret continuara en el Gobierno, siquiera para no sentar el precedente de que pueda salir un Ministro del Gobierno porque una minoría haga obstrucción a un proyecto de ley; pero no lo pude conseguir; y ya resuelto el Sr. Moret a abandonar el Ministerio, el Ministro de la Gobernación, por la antigua amistad que tiene con el Sr. Moret, por el respeto que le profesa, por la consecuencia que quiere guardar a su persona, dijo que no dejaba marchar solo al Sr. Moret, y que él quería también dejar el Ministerio. Entonces el Ministro de Ultramar, que quizá, no hubiera promovido por sí la crisis, manifestó que ya que venía la dificultad, ya que venía la crisis, él presentaba también la dimisión de una manera irrevocable.

En esta situación, y dada la importancia que estas tres personalidades tenían en el Gobierno y la que legítimamente tienen en el partido; dada, sobre todo, la actitud que había tenido el Sr. Moret respecto de las negociaciones comerciales con las Naciones extranjeras, los demás Ministros creyeron que ellos también debían presentar sus dimisiones. Así lo hicieron, y yo tuve la honra de dar cuenta a S. M. de estas dimisiones con la mía; S. M. Aceptó todas, menos la mía, diciendo: "Es inútil, porque usted queda encargado de organizar el nuevo Ministerio." Cumpliendo el mandato de S. M., llevé a su Real aprobación el Gobierno tal como está constituido y tal como tengo el honor de presentarlo a la Cámara, sin hacerlo individualmente de cada uno de los Ministros, porque todos los conocéis, y porque siendo los Ministros entrantes, como los salientes, individuos del partido liberal, y habiendo aceptado el programa de su partido, claro está que la política del actual Ministerio es perfectamente igual a la política del anterior.

¿Qué es lo que pretende en lo político? Garantizar las libertades ya conseguidas, mejorar nuestras costumbres políticas, garantizar el ejercicio del derecho con toda sinceridad y exigir la sinceridad en este ejercicio lo mismo a los gobernantes que a los gobernados, y con mayor razón a los gobernantes. Y en lo económico y administrativo mejorar, moralizando, la administración y acelerar la nivelación de los presupuestos, sin desatender por esto ninguna aspiración legítima, sin dejar de satisfacer ninguna necesidad, sin perjudicar los servicios públicos; antes al contrario, procurando mejorarlos todos, y particularmente aquellos que se refieren al orden publico, a la defensa de nuestro territorio, al orden social y al crédito de la Nación.

Este era el programa que expuse en términos generales cuando se creó el anterior Ministerio, y éste es el que tiene este Gobierno, el Gobierno actual, que es un Gobierno del partido liberal, que va a realizar el programa del partido liberal.

Claro está que para realizar este programa debe contar con el apoyo del partido liberal, y con él cuenta; pero como en los momentos presentes hay pendientes de resolución muchos e importantes problemas, sobre todo económicos, y como en la cuestión económica se encierra, no sólo una cuestión de gobierno, sino una cuestión nacional, he de esperar también la templanza y la moderación de los adversarios. Para el Ministerio actual, que es del partido liberal, pido, en nombre de las ideas liberales, el apoyo de mis amigos, y la templanza y la moderación de su adversarios, en nombre del patriotismo.

Y como es tarde, y ya tendrá lugar un gran debate sobre esto, no tengo más que decir.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL